Moderno, potente y sensible, el disco Cuentos Decapitados renovó el sonido de Catupecu Machu durante el cambio de milenio. Grabado íntegramente de forma digital, sorprendió con un giro estético, lírico, visual, y hasta tecnológico, dentro del rock nacional, a través de hits que todavía perduran como Y lo que quiero es que pises sin el suelo, Perfectos cromosomas, Eso vive y Entero o a pedazos.
Esta es la historia de un disco clave de los 2000, pero también la de una época bisagra entre dos siglos, marcada por el auge del videoclip, la llegada de internet, la irrupción del formato MP3, los conciertos en DVD, y la consolidación de los festivales sponsoreados. En rigor, el último reinado de las grandes discográficas antes de las redes sociales y el consumo de la música vía streaming.
Fan privilegiado que los siguió durante veinte años, desde Cemento a los megafestivales en estadios, con acceso directo a ellos y a todos sus colaboradores, Nicolás Igarzábal desanda el camino a la cima de una de las bandas más intensas del rock argentino.